La Gran Depresión del 2009: Capital Ficticio en el Mercado de Creencias


El dinero ahora es un conejo; se aparea varias veces… consigo mismo.
Un sabio profesor de Macro Abierta.

Una aproximación filosófica a la crisis financiera viene de la mano de Alexander Schubert, reconocido economista chileno-alemán, al Seminario de Periodismo Económico. Él es autor de "El Capital Virtual" y compartió su punto de vista sobre la actual crisis financiera en EE.UU.

A continuación, un extracto del aporte de esta última sesión. No me esfuerzo en resumir la discusión final por carecer ésta de practicidad, pese a ser un interesante ejercicio mental.

¿Qué diantres es el capital?

En resumidas cuentas, el capital es un valor o un factor de producción que sirve para obtener mercancía. Cada vez que se produce más, el capital se multiplica (acumulación de capital).

Uno de los primeros brochazos sobre el concepto de capital fue dado por Carlos Marx en "El Capital". En él da, entre otras cosas, el concepto de capital ficticio, que nos interesa más.

Para él, el capital adquirió en su época dos dimensiones:

  • La real, sustentada en la existencia de la mercancía en sí misma y con posibilidad de una comprobación directa de esta existencia.

  • La ficticia, sustentada de la misma manera, pero una imposibilidad de comprobación inmediata del valor de la mercancía. Involucra un problema de valorización del título que hace referencia a la mercancía.

Antecedentes del Desastre

Vale la pena preguntarse entonces, ¿quiénes han sido y son los dueños del capital?

En un primer momento, la aparición de Sociedades Anónimas permitió una colectivización del capital, lo cual generó el sistema de acciones, títulos que representan el capital. Este es el origen del Capital Ficticio, donde la propiedad se separa del uso que se le da.

Tiempo después, los Bancos sustituyen a la mercancía por un símbolo, el billete. Pero la mercancía sigue ahí (oro, plata, etc.).

En la Gran Depresión, los Bancos pierden la propiedad del capital y la reciben los Inversionistas Institucionales (fondos de pensiones, seguros), instituciones generadas por el sistema para proveer a la fuerte demanda de capital.

Desde entonces, las empresas han pedido prestado a estos Inversionistas. Si quebraba una de ellas, esto tenía un efecto multiplicador a través de estos Inversionistas hacia otras entidades.

Con el paso del tiempo, el grueso del capital invertido se concentra en estos sectores ficticios. Con ello, las ganancias mayores no vienen tanto del sector real de la economía, sino de un Mercado imaginado o Mercado de creencias; en otras palabras, algo hecho puramente de ficción. Las ganancias ficticias se basan en la creencia de la gente que el valor de sus activos aumenta cuando sube el precio del título en el mercado.

(La incipiente teoría de la ficción nos habla de algo imaginado, llamado por algunos un “engaño”. Lo cierto es que aún no se da un concepto claro y práctico sobre lo que es la ficción, tema que deberá ser desarrollado en las siguientes décadas.)

Entonces, ¿cuándo se fregó todo?

Existe un problema insalvable de la valorización de los activos, al cual no se le ha dado la debida atención hasta que llegó la crisis financiera internacional de este año y parte del año pasado. La idea o el objetivo detrás de una valorización correcta de un activo es que no haya diferencia entre la percepción del valor de un título y el valor verdadero del mismo.

Dado que no existió nunca un buen cálculo, la diferencia permaneció inadvertida, hasta el punto en que se hizo evidente la realidad y la confianza cayó bruscamente. Receta perfecta para el colapso y el efecto dominó que trajo consigo.

Ahora bien, para que todo el mecanismo funcione, es condición necesaria un alto grado de liquidez: Si no se pueden transar acciones, el Mercado de Creencias no funciona. Eso es precisamente lo que ha ocurrido en estos últimos meses, pues el mercado le ha perdido la confianza a los valores basados en instrumentos de deuda riesgosos.

Una muestra de lo infundada e irracional proliferación de instrumentos derivados: el valor del mercado de éstos en el mundo es 800 trillones de dólares, mientras que el producto bruto mundial es tan sólo 50 trillones. ¿No debería haber una correspondencia, acaso?

¡Mamita, se viene el huayco!

A la pregunta de si esta crisis puede afectar al sector real en el mundo y en el Perú, la respuesta no es muy tranquilizadora: Por supuesto que sí. Actualmente, con los valores en constante caída, las empresas de todo el mundo se encuentran revisando sus estados financieros para realizar valorizaciones adecuadas.

Problemas tangibles como el encarecimiento del crédito y la falta de liquidez impondrán una restricción de crecimiento a nuestro país, dada la fuerte dependencia del precio de los commodities, el tamaño del mercado y la inflación importada. Todo ello pone en evidencia nuestra incapacidad como país para soportar los efectos de una plausible caída en los términos de intercambio, producto de una recesión mundial.

Otros factores como la cultura crediticia también me parecen importantes. Dado el último boom crediticio en el Perú, los bancos se hayan eufóricos y ansiosos de atraer a los nuevos clientes; por ello, les ofrecen préstamos sin garantías (según Gestión, el 45% de créditos se dan de esta manera), sin importar que los clientes de menores recursos se estén sobreendeudando al no tener un buen hábito de consumo. Pasa en el fondo lo mismo que en EE.UU. Cuidado que en una de esas, nos agarren desprevenidos…

¿Cuál será el nuevo orden mundial en materia financiera? ¿Se llegará a una solución en el mediano plazo?

Para Schubert, el tema va a ser central en los círculos académicos durante lo que queda del siglo, que traerá consigo nuevas formas más exactas de medir los valores. Coincido en el argumento. Agrego, además, que la solución no se va a encontrar en solamente imponer restricciones a los movimientos de capitales. Probablemente sigamos con el capitalismo, pero éste será muy diferente, sin la autocomplacencia de los inversionistas de los países desarrollados ni los elefantes blancos de las BRIC. Sólo es cuestión de tiempo para saber qué desencadenará todo esto. Entonces, sálvese quien pueda.

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